El tiempo nos hace mas violentxs.

domingo, 6 de octubre de 2013

Mi amor, creo que soy autista.
Y de pronto se siente frio.
Y mas tarde empieza a arder.
Como la bomba que pusiste en mi pecho para hacerla detonar.

domingo, 1 de septiembre de 2013



Eran tiempos diferentes -y buenos-.

jueves, 29 de agosto de 2013

-.

Con Isabel compartí mucho. Mas allá de amarnos y acompañarnos en todo momento, mas allá de compartir un beso o una caricia, nos unían los sueños. Ibamos por el mundo anhelando ser tan libres, caminábamos juntos construyendo nuestro camino hacia la utopía.
Me encantaba escucharla hablar, me encantaba su enagenación cada vez que vomitaba palabras con ira, sus gestos violentos. Isabel era firme en cuanto a lo que creía. Isabel nunca se calló. Quizás eso fue lo que me cautivó de ella.

Cada viernes nos encontrabamos en la plazuela para luego caminar hacia la casa de uno de nuestros compas.
Ambos sabíamos en lo que estábamos.
Recuerdo que una vez me confesó que le asustaba pensar en que algún día podían llegar a quitarle la poca libertad que tenía. Jamás pensé que ese día podía llegar. Jamás pensé que el miedo mas grande de Isabel iba a concretarse.

El 11 de septiembre del 73 el país queda en manos de Pinochet. Como maldigo su nombre, y como maldigo aquel fatídico día.
A pesar de todo ella siempre se mostró tranquila, y  hasta fue capaz de calmarme cuando yo ya perdía la cabeza preso de la sicosis.
Una tarde mientras ibamos de camino a su casa antes del toque de queda que había sido impuesto, se quedó parada en medio de la calle mirando al suelo. Cuando levantó sus ojos me hizo prometerle que pasara lo que pasara seríamos compañeros. Se lo juré por mi vida.

En la noche del 20 de noviembre del 74 mi padre sube las escaleras hacia mi pieza, ágil, raudo, jadeante. Me despierta. Entonces sé que algo anda mal.
Pienso en Isabel.
Mi padre recupera el aliento y entonces me cuenta del llamado telefónico y de las malas, de las  horribles noticias que acababa de recibir; la casa de nuestro compañero había sido allanada. Nuestro compañero había sido sacado a la fuerza y detenido junto a sus hermanos. Era una advertencia.
De nuevo pensé en Isabel.
Corrí escaleras abajo y besé a mi madre, quien me suplicaba que no saliera. Ni ella, ni los milicos, ni el régimen asesino iban a detenerme.
Cuando llegué a su pequeño departamento sus padres me recibieron con sorpresa. Isabel no tenía idea de nada y al enterarse no hizo mas que desgarrarse en llanto, en sollozos, en miedo.
Ambos teníamos miedo.
Decidimos esperar a la mañana y huir juntos. De seguro nos estarían buscando a nosotros también.
Donde, como, no sabíamos. No importaba.
Al fin del toque de queda corrí con rumbo a mi casa. Tan solo fue media hora. A lo mas cuarenta y cinco minutos.
Luego de despedirme sin la certeza de un retorno y cuando me disponía a salir a buscarla, el teléfono sonó nuevamente.
Me congelé en el umbral de la puerta.
Mi madre contestó. No respondió a nada de lo que le dijeron. Puso su mano en mi hombro y aguantándose el llanto me dijo que se habían llevado a Isabel.
Mis rodillas temblaron y palidecí.
No se cuanto tiempo estuve en shock. No se si fueron minutos o segundos.
Mientras corría pensaba en ella. Mientras corría lloraba y le pedía perdón. Mientras cruzaba avenidas sin mirar, las imágenes mas aborrecibles, horripilantes y crueles se amontonaban en mi cabeza.
No fueron mas de cuarenta y cinco minutos.
Nunca debí dejarla sola.

Yo me salvé el pellejo. Huí lejos de Chile cargando conmigo el recuerdo vivo de Isabel.
En el día recordaba sus palabras, sus gestos, su gusto por la escritura. En las noches la lloraba y me preguntaba por ella. Me preguntaba si estaba viva, si estaba enferma, si estaba muerta, si la habían lanzado al mar o a una fosa común.

El tiempo comenzó a pasar pero la cicatriz que me dejó la desaparición de Isabel jamás se borró, y volvió a desgarrarse cuando años después su nombre salió publicado junto al de miles de muertos.
Así me enteré de su muerte y al mismo tiempo del hijo que aguardaba en su útero.
No fueron mas de cuarenta y cinco minutos. Pero jamás me lo perdonaré.
Aún lloro a Isabel y al hijo que jamás conocí.

Hoy pienso que sigue viva en cada joven que al igual que ella escupe las palabras en contra de un sistema que mata, en cada barricada que se enciende, en cada mecha que se lanza, en cada grito que se alza y en cada rostro que se cubre. En cada preso que recupera su libertad. En cada venganza. En cada boicot.
Hoy, Isabel somos todxs.

domingo, 28 de julio de 2013

En la noche me amabas.
Al amanecer, volvi a ser un recuerdo.

lunes, 3 de junio de 2013

¿Compartamos un cigarro? - le digo a mi compañera. Ella no dice nada pero puedo ver que la idea le agrada. 
Me siento a su lado. No dice nada.
Hace frío. A veces me duelen los huesos con el frío, y me siento anciana. ¿Sabes? he pensado mucho en lo que me dice la gente. Y la verdad a veces preferiría que nadie me dijera nada (como tú). Es que después los pensamientos llegan en cualquier momento. Te has dado cuenta de que son como fantasmas? - Ella no dice nada.- son como fantasmas que llegan frecuentemente en la noche junto con los recuerdos, y es ahí cuando duele, cuando quiero llorar, y patear y que la misma mierda que tanto me hace pensar llegue a decirme "esta bien"... para calmarme por un minuto y volver a gritar cuando se vaya. Me gustaría irme también. Me gustaría sentir eso que ellos sienten. Y caminar sola, y pasear sola, y reír sola, como ahora. ¡Pero que digo! si, a veces basta con tu compañía. Pero otras veces...
No importa. ¿Y tú? - ella no dice nada. La observo, melancólica.- No importa.
El otro día, en una de esas noches pensé en que quería verle. Tocarle, saborearle, olerle.
Pero a veces siento que al estar cerca, solo podría insultarle para después salir corriendo. Es que eso quiero hacer en verdad. Gritarle unas cuantas cosas en la cara, darle una patada justo en donde mas le duela... ¿en el corazón? Ya ni se de el. Decirle todo. Tu me entiendes supongo... - Ella sonríe, pero no dice nada - Quiero decir, decirle que ya sé que soy un plano menos importante en su vida.Que me acuesto y me levanto pensándole, aunque se que tiene muchas cosas que hacer antes que pensar en mi. Que mi día a día se basa en recordar las cosas que hicimos, y las que no pudimos concretar porque todos sabemos lo que pasó, aunque ni siquiera el recuerde el olor que brota de mis poros. Le diría también que le amo como no quiero amar a nadie mas, aunque ni siquiera recuerde mi cuerpo en la cama. Que ese mismo cuerpo no quiere ser tocado por manos que no sean suyas, y que no quiero que nadie más me mire, nadie mas, aunque sus ojos ni siquiera brillen las (pocas) veces que me piensa...
Otras veces quisiera que me lo gritara...
 Que ya no le gusto, no me ama, no me quiere, no me desea, no le intereso, no le importo, no me piensa, no se preocupa, no le urge, no le atormenta, no piensa nada acerca de esto, no le interesa lo que fuimos, se olvidó de lo que soñamos. Es por algo que ya no me dice que me ama... pero claro, ya debes estar aburrida de escuchar como me lamento. Y mas que lamentarme, me esperanzo. - Ella parece alejarse, pero me mira de nuevo, con ojos de estar enamorada de mi.- Tu no me harás esto nunca, ¿verdad? No me vas a abandonar como lo hizo el! - ella afirma con la cabeza, pero no dice nada.-
Me gustaría saber mas de ti ahora, Soledad...






Honores a Nicolas en el texto de hoy.



martes, 28 de mayo de 2013

Tantas cosas que prometiste y ahora te pasas por la raja.
NO ESTAY SOLA
Entonces que?
Palabras culias vacías que estay claro que no te crei.
(voyahacercomoquetecreo)
Fuiste tu el que me enseñó a creer, y ahora eres tu el que escapa de la verdad.
COMO ES LA HUEA?
Palabras culias vacías me sobran.
Esta vez te toca a ti.
Buscame, que yo ya me fui.











PORQUELOSCUERPOSQUESEAMANENVERDADSEDETESTAN.


ALONSO VEN A DARME UN ABRAZO.